En cierta ocasión, un amigo necesitó la ayuda de un terapeuta para manejar una situación que lo descompensaba. Sus encuentros de dos horas duraron poco más de un mes, hasta que por fin mi amigo pudo recuperar el equilibrio.
Hace pocos días me contó sobre la experiencia. Siempre me ha resultado tremendamente retadora la idea de sentarme o tumbarme frente a un desconocido y contarle con pelos y señales mis más recónditos secretos. Nunca lo he hecho aunque mi esposa me ha dicho en varias ocasiones que debería intentarlo porque seguramente me hará mucho bien. No pongo en duda el instinto de mi mujer, pero… no sé. Me cuesta un poco.
En fin, dentro de las cosas que me contó mi amigo, me dijo que el terapeuta le había entregado una hoja de papel en blanco y un lápiz, donde debía escribir diez cualidades positivas de sí mismo. Parecía una tarea sencilla, me dijo mi amigo, sin embargo, se le hizo cuesta arriba identificar diez características personales, que fuesen inequívocamente positivas, y que valiese la pena esgrimir como tales.
Pensé que, si me diesen una tarea similar, sería pan comido.
Sin embargo, desde ese día he intentado varias veces conformar una lista mental con las diez características positivas más relevantes en mí, y he descubierto que no es tan fácil como creía.

Solemos ser como el Avestruz, o debería decir, solemos vernos a nosotros mismos como vemos al Avestruz.
Es muy probable que cualquiera al que se le pregunte sobre las características de una de esas aves solo diga que el pájaro esconde su cabeza en la arena —cosa que, además no es cierta—. Pocos agregarán que ponen sus huevos en un nido común, que tanto machos como hembras cuidan de los polluelos, que viven en comunidades de hasta cincuenta individuos, y que alcanzan los setenta años de edad.
Yo no soy experto en Avestruz, no soy experto en nada. Pero es un buen ejemplo para ilustrar lo del desconocimiento o desatención de las cualidades, incluso, de las personales.
Regresando al asunto de las diez cualidades. A menudo mi capacidad de expresión se potencializa al escribir, por eso intentaré conformar la vendita lista por este medio.
LAS DIEZ CUALIDADES DEL QUE NO ES AVESTRUZ
- JUSTICIA: Si he de comenzar con una característica personal que reconozco y defiendo, he de hacerlo con mi gran sentido de la justicia. Hace algunos años, durante un proyecto de emprendimiento al que le dediqué demasiado tiempo, conocí a alguien que solía decir que todos tenemos una vocecita interior que nos dice lo que está bien o mal. Lo que estamos haciendo de manera injusta o de manera justa. En mi caso, esa voz suena fuerte y clara. Puede que alguna que otra vez no le haya prestado atención, pero la he escuchado siempre. No es que no me equivoque, es que cuando me equivoco lo hago defendiendo lo que creo que es justo, aun en contra de mis propios deseos o intereses personales.
- FIDELIDAD Y LEALTAD: “Los caminos de la lealtad son siempre rectos”, dijo Dickens y yo no podría estar más de acuerdo. Ser leal con los demás y con uno mismo es no mentir ni a los unos ni al otro. La lealtad es una virtud que está en desuso en nuestros días y que yo, seguramente influenciado por valores y principios aún más en desuso, cosecho con devoción.
- AMISTAD: Creo que soy buen amigo, aunque eso lo tendrían que corroborar el puñado de colegas que tengo. No son muchos, podrían contarse con los dedos de una mano, pero son los que tienen que ser. Con tres de ellos he mantenido una amistad durante más de tres décadas y sigue siendo una fiesta reencontrarnos y pasar tiempo juntos. Tenerlos a ellos, a todos, y saber que ellos me tienen es una de mis grandes satisfacciones y logros. Es una de esas formas inexplicables de saber que uno no está solo. Quien tiene un amigo (de los de verdad) nunca estará solo.
- SINCERIDAD: Mentir es una cobardía. Todos lo hacemos, pero no por ello deja de ser un acto cobarde. Yo no miento —tanto—, prefiero la verdad desnuda, aunque cueste escucharla, y a veces también decirla. Me dirán que habrá momentos en que una mentira puede evitar un disgusto mayor, y que muchas veces es mejor mentir para no lastimar a alguien, y blah, blah, blah. Claro que es así, por eso comencé diciendo que todos mentimos, yo el primero. Me refiero a ser mentiroso por excelencia, a no tener sinceridad, a comportarse y expresarse con fingimientos. Yo soy un hombre sincero, aunque no sea de donde crece la palma, que también, eh, también.
- FAMILIA: “Un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser un hombre de verdad”, seguramente recuerdan la frase. Pertenece a Vito Corleone, El Padrino. Yo intento pasar todo el tiempo que puedo con mi familia. Mis padres, mi hermano, mis sobrinos, mi esposa, mis hijos y mi nieta son mi templo y el puerto más seguro a donde jamás podré arribar. Sin ellos yo no sería nadie.
- SUEÑOS: El punto de los sueños también lo ilustraré con una formidable frase, que pertenece a Thomas Edward Lawrence; “Todos los hombres sueñan, pero no por igual. Aquellos que sueñan de noche en los polvorientos recovecos de sus mentes, despiertan de día y descubren que era vanidad, pero los soñadores del día son hombres peligrosos, porque pueden actuar sobre sus sueños con los ojos abiertos para hacerlos posibles”. Yo soy de esos que sueñan a toda hora, tanto con ojos abiertos como cerrados, porque queramos o no, “Dentro de 20 años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por aquellas que hiciste. Así que suelta las amarras. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre”. (Mark Twain)
- RESPONSABILIDAD: A mis hijos les enseñé a aceptar responsabilidad, a adueñarse de las consecuencias de sus actos, a ser fieles a su papel en cada tarea que enfrenten. La responsabilidad es otra de las múltiples características que son cada vez más difíciles de encontrar en nuestra sociedad. Tal parece que la culpa nuca es de quien comete el acto, sin que importe de quien hablemos: políticos (sobre todo ellos), el tipo que se salta una luz roja, el empleado que despiden de su puesto, el escritor al que no publican las editoriales, el deportista que no fichan en un buen equipo, el emprendedor que termina arruinado, el inquilino al que no le alcanza para pagar el alquiler… siempre la culpa es de otro. ¿No es cierto? A mí también me pasa, no obstante, aquella vocecita que mencionamos antes me habla y me recuerda que mi sinceridad me obliga a tomar responsabilidad.
- PUNTUALIDAD: La puntualidad es una de mis características más relevantes. Ser puntual es respetar el tiempo de los demás, y nadie podría desmentir tal afirmación. Podríamos ir al magnífico extremo donde habitan los ingleses: llagar temprano es llegar a tiempo, llegar a tiempo es llegar tarde, y llegar tarde es inaceptable. O podríamos simplemente llegar a tiempo y punto. Ser puntuales no es una virtud, es una buena conducta, es una muestra de respeto. Desconfío de las personas impuntuales.
- ORGANIZACIÓN: Creo que organizar los proyectos, los documentos, las tareas, y la vida en general es una manera eficiente de realizar las actividades. He trabajado en diversos ambientes con gente que padecen una desorganización perversa y siempre, sin excepción, esas personas trabajan más que los que no son así. Mi agente de bienes raíces suele decirme que quisiera tener diez clientes iguales a mí, porque no ha habido una sola ocasión en que nos hayamos embarcado en un trámite financiero de ese tipo que yo no haya tenido absolutamente todo lo necesario de forma organizada, catalogada e identificada con prontitud. Ser organizado es eliminar ruido de nuestro entorno.
- PRE-CRASTINACIÓN: Este es un término interesante que se refiere a no dejar para después lo que ha de hacerse. Es lo contrario a procrastinar, como habrán notado. ¿Quién no conoce a alguien que no encuentra nunca la manera de hacer las cosas a tiempo? ¿Alguien que parece que le cuesta tomar la decisión de simplemente actuar, de hacer lo que de todas maneras hay que hacer, y de hacerlo ahora? Me exaspera ese tipo de personas y, desde luego, ese no soy yo. Conmigo las cosas son para ayer. Si es para algo bueno, pues lo quiero ya. Y si es algo no tan bueno, pues ya se ha dicho antes: al mal paso dale prisa. La gente con los lechones muertos en la barriga me provoca salpullido.
Pues ya está, salió una lista con diez cualidades positivas, según veo las cosas. Ya lo había dicho, escribir potencia mis habilidades de comunicación. Si te agradó leer algo así te exhorto a que hagas lo mismo. Intenta conformar tu propia lista, podría resultar una tarea mucho más difícil y divertida de lo que puedas imaginar. En todo caso, servirá para que te conozcas mejor, o para que te reafirmes lo que ya sabías de ti.