“Don Carlos, ¿regresa a vivir a España?”, me preguntó un vecino extrañado de la avenida Brickell, donde vivía en Miami. “No. Me voy a morir a España”, le respondí amablemente, con una sonrisa, y seguí mi camino.”
En un artículo póstumo, enviado a EFE por Firmas Press, el escritor cubano Carlos Alberto Montaner (1944-2023) habla de la muerte y de las dificultades que le ocasionaba la enfermedad que padecía, y habla, sobre todo, de su decisión de elegir cuándo y dónde morir. “¿Se quiere una mayor libertad que la de elegir el momento de la partida?”
Montaner nació en La Habana en 1943 y murió el pasado junio en su apartamento en Madrid. Tenía 80 años y había dedicado toda su vida a escribir por y para la libertad.
“No hubo un día en su vida que Cuba no estuviera presente”, dijo su hija, la también periodista Gina Montaner, según un artículo del Miami Herald. “Mi padre es un hombre que defendió la libertad de vivir y morir, y quería morir con dignidad en sus términos, y lo hizo.”

En una sociedad donde pareciera que lo único que nos importa es sobrevivir a toda costa, Montaner tubo los arrestos de elegir morir en sus propios términos. Esto no solo habla de su valentía, también reafirma su postura frente a la vida, frente a la muerte y principalmente, frente a la libertad de elección. Fue un hombre que murió como vivió, libre y eso es mucho más de lo que algunos (bastantes) podrán decir.
“Cuando usted lea este artículo yo estaré muerto”, así da comienzo la última carta del hombre que escribió y publicó más de 20 libros y que inspiró a generaciones de periodistas en Cuba y en Latinoamérica con sus ideas y su estilo periodístico. “No le doy más la lata, querido lector. Adiós”, así concluye su carta, con el comedido humor que lo caracterizó y que mantuvo hasta el momento de poner el punto final.
Yo lo admiraba antes de conocerlo, cuando lo entrevisté lo admiré más. Con este último acto de valentía y orgullo, mi admiración se reafirma.
¡Grande, Montaner!