“Murió Montaner”
Esta escueta frase constituye el cuerpo de un mensaje que recibí esta mañana, enviado por un amigo que solía leer con frecuencia los artículos de opinión del escritor cubano. Yo ya lo sabía, lo había leído en internet.
En efecto, Carlos Alberto Montaner murió este jueves en su casa de Madrid a causa de una enfermedad neurodegenerativa que padecía desde 2022, según anuncian los medios. Falleció en compañía de sus seres queridos, dijeron a EFE fuentes de su entorno.

Montaner era escritor, ensayista, periodista y analista político. Su vida estuvo ligada a la política y a la lucha por la libertad de Cuba desde los 17 años.
Entre su obra se encuentra “Manual del perfecto idiota latinoamericano” (1996), el éxito de ventas que publicó junto al pensador colombiano Plinio Apuleyo Mendoza y el escritor peruano Álvaro Vargas Llosa, en el que retrató de forma cáustica a la izquierda de América Latina y sus élites.
Pero sobre todo esto, Carlos Alberto Montaner era una de las más relevantes voces críticas del exilio cubano.
Yo LO CONOCÍ en persona.
Hace nueve años realizaba un reportaje sobre la relación migratoria entre México y Cuba y le pedí a Montaner que me concediera una entrevista. Amablemente aceptó y quedamos en el lobby del edificio donde tenía su apartamento, en Miami. En persona me pareció lo que ya suponía después de haberlo visto infinidad de veces en la televisión: un hombre sumamente educado e instruido que ostentaba caballerosidad y curiosidad a partes iguales.
Su manera de observar y analizar la política era de las más acertadas, según el criterio de muchos, incluido yo. Conversar con él, frente a las cámaras o detrás de ellas, fue una experiencia enriquecedora que siempre recordaré con agrado.
Murió Montaner y esto significa que ha dejado de existir un hombre ilustre. Un tipo de cubano de los que, en este tiempo de vulgaridad colectiva e ignorancia superlativa, ya no se encuentra con facilidad.
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