
Mercedes se apresura entre los coches que se apiñan como racimos de uvas en el Palmetto. Son las 7:55 am y si no consigue salir del tapón, el niño tendrá otra llegada tarde. Esta vez no podrá evitar una amonestación, será la cuarta ocasión en que esto suceda en menos de dos semanas. Si al menos pudiese contar con la ayuda de su marido las cosas serían distintas. Pero no, tiene que ser ella quien se haga cargo de todo: llevar al niño a la escuela y ayudarlo con las tareas, hacer la compra, preparar la comida, lavar la ropa, limpiar la casa, pagar las facturas de teléfono, electricidad, agua, alquiler, internet… Y luego, el trabajo en la cafetería del hospital tampoco era nada fácil. Coño diosito, mándame una ayudita, por lo que tú más quieras. Ya no doy más. Por eso cae en la cama muerta y sin ganas de nada. Nada de nada, no me jodan que me he pasado todo el puñetero día sin parar ni un minuto.
¡Ay, come mierda! Que susto me ha dado ese estúpido. Por poco me choca. Tranquilo, hijo, no pasa nada. Es solo un anormal que se cree que la calle es de él. El muy imbécil.

Eladio decidió salirse de la autopista y arriesgarse con los semáforos. No puede perder tiempo atascado en el tráfico y el Palmetto está insoportable esta mañana. Bueno, cuándo no. Con lo que le ha costado levantar el negocio no puede perder esta oportunidad por nada del mundo. Gracias papá Dios, ya me tocaba. Le he dado con todo a esta idea y mira que he pasado trabajos, pero ya era hora de que algo funcionara bien. ¡Estese quieta señora! No forme tanto aspaviento que ni siquiera he rozado su coche. Caballero la gente está muy loca. No digo yo, alguien que tenga que enredarse con este tráfico todos los días tiene que acabar en un psiquiátrico. La reunión con los ejecutivos del hospital estaba programada para las 8:30 am. Ojalá por abajo la cosa esté más ligera. Si cierro este contrato, la pego. Más de ochenta viajes diarios, ñooo. Voy a necesitar comprar otros vanes y contratar a nuevos choferes. Al fin saldré del hueco. Ha valido la pena el sacrificio. A ver qué van a decir ahora los que me llamaban loco, todos los que me dieron la espalda y no quisieron invertir conmigo. ¿Crees que te vas a volver rico con eso de los viajecitos a enfermos? Yo no pongo ni un kilo en eso. Tu como siempre, soñando con pajaritos preñados. No, no, que va, eso no es para mí. Cuando eso esté funcionando y estés ganando dinero de verdad, enséñamelo y entonces yo invertiré, mientras, olvídalo. Ninguno quiso arriesgarse, verdad. Ahora se van a cagar en su madre cuando me den la exclusividad del transporte de ese hospital. Que no vengan a pedirme una oportunidad. Que se jodan, por pendejos. Pero que se dé, por Dios, que sino no sé cómo haré para pagar las cuentas que tengo atrasadas.
Está bien, está bien. Yo no voy a discutir por un espacio de parqueo. Cógete el fucking parking entero. Dios mío no se puede salir a la calle. La gente vive con un estrés horrible.

La entrevista de trabajo de Daniel era a primera hora de la mañana. A ver si salgo del restaurante ese y por fin consigo un trabajito de oficina. En admisiones tendría horarios rotativos, pero eso era mejor que estar todo el día de aquí para allá cargando platos. Si me dan el trabajo podré ahorrar para mudarme solo. Me avergüenzo de seguir viviendo con mis padres a los veinticuatro. No me digas que vas a meterte ahí. ¿No ves que tengo el indicador encendido? La gente cree que por tener un coche caro puede hacer lo que le dé la gana. Sí, sí, claro que voy a estacionar yo. Qué se cree este. ¿Dónde coño metí mi hoja de vida? Al coche de Daniel no le funciona el aire acondicionado. Hace un mes que se averió y no ha tenido dinero para mandar a arreglarlo. Se acomoda el pelo lo mejor que puede mirándose en el retrovisor. Debajo de las axilas la camisa muestra unas redondas manchas de humedad. Me cago en Dios, se me olvidó el cinturón y esta camisa no puedo dejarla por fuera del pantalón porque me queda muy larga. Allá vamos.
Y qué quería esa mujer que yo hiciera, no me dio tiempo a aguantar la puerta del elevador para ella. Oye, es que la gente cree que uno hace las cosas a propósito.

Hacía un año que Roxana tenía ese trabajo y lo odiaba, pero es lo que había y tenía que pagar sus gastos. En Indeed hay un millón de empleos disponibles, pero uno manda la solicitud y el Resume y nunca lo llaman. Y la estúpida supervisora la tiene cogida conmigo. Aguántame el elevador, por favor. Que tipo tan hijoputa, chica. Mira como no me aguantó la puerta. Y con lo que se demoran los elevadores en este hospital de mierda. Tú verás que voy a llegar tarde otra vez, y precisamente hoy, que tengo que hacerle la entrevista de trabajo a uno que viene por la posición en Admisiones. Ya debe estar ahí. Seguro que la supervisora me va a decir algo. Que no se le ocurra porque la voy a mandar a freír tusas. Ya me tiene cansada. Con su sueldo y con el elevado costo de los alquileres Roxana no podía costearse un mejor lugar para vivir que el apartamento en Perrine. A veces creía que no valía la pena, total, lo que ahorraba en alquiler se lo gastaba en gasolina y en tiempo de manejo. Y para colmo tengo que despertar cada vez más temprano para poder llegar a tiempo. No si yo te digo a ti que hay que hacer magia para aguantar esto. Que ganas tengo de ganarme la Lotto, coño. Ay diosito, por tu madre, aunque sea un raspadito.
¿Quiere que lo ayude, señor? Bueno está bien, como prefiera. Que se joda entonces. Mal agradecido.

Rodolfo estaba hasta el último pelo. Últimamente todo le salía mal: el trabajo era cada vez más pesado pero el sueldo no aumentaba, y su mujer se quejaba todo el tiempo de que no ayudaba con la casa ni con las cosas del niño. Qué quería ella que él hiciera. No entendía un carajo de las tareas del muchacho, él no hablaba inglés. Y tampoco podía llevarlo a la escuela en las mañanas porque tenía que entrar en el taller muy temprano. No hace falta que me ayude, yo puedo solo, gracias. La gente es más metida en lo que no le importa. Lo menos que quiero yo ahora es que alguien me hable. Ojalá pudiese desaparecer y que no me encontraran nunca. Que cansado estoy de esta vida de mierda, coño. Y para colmo me cae un hierro en la pata y me rompe tres dedos, cuando no sea algo peor. A ver si me van a pagar los días que no pueda ir a trabajar. No lo creo, el turco ese es un tacaño del carajo. A mi mujer le va a dar una cosa cuando se entere. Con la cantidad de cuentas que tenemos atrasadas. Bueno, es lo que hay. No voy ni avisarle de que he venido al hospital. Después que me vea un doctor pasaré por la cafetería y así le doy la sorpresa. Me imagino la cara que va a poner.
No entiendo lo que me dice, señora. Yo no hablo inglés. Otra más que se mete en donde no la llaman.

Cynthia sospecha que el señor de la compañía de trasporte debe estar esperando por ella desde hace rato. El Palmetto estaba hecho un infierno, de milagro pudo llegar a esa hora. Si conseguía cerrar el contrato con esa compañía se anotaría un buen punto con sus jefes. No solo ahorraría muchísimo en el transporte porque las tarifas eran mejores, sino porque tendría más control del servicio ya que se trataba de una compañía local que le ofrecía acceso directo al dueño. Ojalá que el hombre acepte. Señor, el pie le está sangrando y lo está manchando todo. Maldita sea, esta gente no aprenderá a hablar inglés nunca, Dios mío, este país está cada vez peor. Que alguien atienda a este hombre en español, por favor. Si consiguiese ganar un buen premio y hacerme famosa no tendría que trabajar más en este lugar, ni en ningún otro. Maldición, y que no haya una editorial que me descubra, como dice mi marido. Yo creo que mis cuentos son bastante buenos, al menos son mejores que muchos de los que ganan premio y hacen famosas a sus autoras. He leído cada uno que están que da pena. Ay Dios, por favor, aunque sea un premio para poder tener algo más que decir en la nota bibliográfica. Repetía que escribía como terapia, pero todo el que la conocía podía darse cuenta de que era una pasión. Ninguna editorial importante había publicado alguno de sus cuentos, ni siquiera lo había hecho una editorial medianamente importante, o por lo menos, algo importante o casi importante. Y mientras tengo que hacer yo misma de vendedora, promotora y gestora de cuentas en redes sociales. Hasta malabarista se tiene que volver una para hacerse notar.