EL OSCURO ORIGEN DE NUESTRAS COSTUMBRES ACTUALES

Algunos amigos señalan mi hostilidad ante las tradiciones y creencias colectivas que tantos defienden sin cuestionar su procedencia. Yo digo que soy curioso y que me gusta saber dónde surgen las costumbres arraigadas en el inconsciente colectivo. Después de todo las cosas siempre tienen un origen en alguna parte, nada ha estado ahí siempre, por más que se diga otra cosa.

Hay infinidad de costumbres actuales tan comunes a nuestro tiempo y proceder que, de no seguirlas, podría tomársenos como descorteces o como alguien con mala educación. Tal es el caso de desear los buenos días o decir “salud” al que estornuda, por mencionar algunas. Otros hábitos plantean un reto mucho más estricto y hasta de índole moral, como guardar luto, o celebrar velatorios a los recién fallecidos, por ejemplo. Por suerte este tipo de práctica está cada vez más en desuso, aunque aún exista quienes lo cumplan a pie juntillas. Y no hablemos de las tradiciones en el ámbito religioso porque ahí tendríamos mucha tela por donde cortar.

Es sabido que las sociedades se definen, en gran parte, por sus costumbres y tradiciones.

No pretendo ser yo quien ponga en duda tal afirmación y tampoco es de mi interés atentar contra ellas, algunas son verdaderamente muy bonitas y yo las disfruto como cualquier hijo de vecino. Pero… sabemos de dónde vienen algunas de las costumbres, dichos y festividades más comunes en la sociedad actual.

Me di a la tarea de buscar el origen de unas cuantas de esas costumbres, y resultó divertido descubrir en algunos casos y constatar en otros, que la raíz de lo que en nuestros días hacemos y asumimos como “ley” está en tiempos mucho más antiguos y casi siempre en el marco de la superstición y el paganismo. Que no tiene nada de malo (soy un pagano en tiempos modernos)

Aquí van algunas de las curiosidades que encontré:

SALUD:

Desearle salud a quien estornuda es una muestra de cortesía que lleva implícito el deseo de bienestar hacia la persona en cuestión. Una de las muchas versiones sobre el origen de esta práctica se remonta al siglo VI, cuando Europa agonizaba bajo el azote de la Peste Bubónica. Por entonces, cuenta la leyenda, se le decía la frase a quienes estornudaban para denunciar su estado de enfermedad y conseguir que fuesen aislados. Otras fuentes ubican el comienzo de la costumbre en épocas más remotas, durante las civilizaciones del Antiguo Egipto y la Grecia Clásica. Para aquellas culturas el estornudo podía ser tanto negativo como positivo, en función de diversos factores. Era por tanto una especie de aviso que mandaba la divinidad de que algo estaba por venir… y no precisamente favorable en la mayoría de los casos.

LO SALVÓ LA CAMPANA:

Si eres como yo, que pensaba que esta frase tenía su origen en el boxeo, donde de manera literal, un púgil puede ser salvado por la campana al finalizar un asalto, tengo que decirte que podrías estar equivocado. Todos sabemos que esta frase se utiliza cuando alguien ha conseguido escapar a última hora de un peligro inminente, no obstante, algunas fuentes aseguran que su práctica se remonta a épocas remotas y a hechos bastante más al límite de lo que solemos admitir en nuestros días.

Durante los siglos XVIII Y XIX gozaba de gran popularidad el temor a ser enterrado vivo.

Ya desde 1590 se conocía de casos donde había ocurrido algo así (al abrir el ataúd del Fray Luis de León para beatificarlo, encontraron rasguños en la tapa que despertaron las sospechas de que el religioso había sido enterrado vivo).

Con el paso del tiempo se implementaron diversos métodos para avisar de que se estaba vivo, en caso de haber sido enterrado aún con vida. Todos estos métodos incluían una campana que a principio se colocaba junto al supuesto cadáver, y que más tarde se quedaba en el exterior, atada al extremo de una cuerda que, mediante un canal en la tierra y un agujero en el ataúd, se unía a la mano del difunto. Si este despertaba y se movía, la campana sonaba anunciando su “resurrección”

EL RAMO DE LA NOVIA:

Pocas cosas son tan lindas y agradables como una novia vestida de blanco llevando un ramo de flores en sus manos. Da igual si creemos o no en el matrimonio y en sus rituales, la escena es sublime.

La tradición del ramo de novia, concretamente, tiene un origen difuso, pero se cree que ya en el Antiguo Egipto las novias llevaban manojos de hierbas con aromas fuertes como el tomillo y el ajo, entre otras especias, con el objetivo de alejar a los malos espíritus.

La creencia del origen más contradictorio con el uso actual del ramo de novia, sin embargo, se remonta a la Edad Media.

En aquella época la higiene no era precisamente lo que conocemos hoy. Los primeros baños se realizaban en mayo o junio y consistían en una gran tina con agua en la que los miembros de la familia lavaban sus cuerpos mugrosos, sumergiéndose según su jerarquía y sin cambiar el agua: primero el padre, luego las mujeres y por último los niños. Como es de suponer el mal olor corporal era tan intenso que las novias debían llevar flores en sus manos para mitigar el desagradable hedor que expedían por todos lados. La verdad es que no existen demasiadas fuentes fidedignas que avalen esta hipótesis. No obstante, sabiendo lo que sabemos hoy de aquella época, no cuesta mucho imaginar que algo similar podría haber sucedido.

NAVIDADES Y PAGANISMO:

Ya había dicho que algunas de las tradiciones que mantenemos en la actualidad son especialmente agradables. Tal es el caso de las Navidades. Una festividad que disfruto como pocas. No obstante, la connotación que se le da en nuestros días a esta celebración tan bonita nada tiene que ver con sus orígenes.

Se sabe que En el año 340 d.C., el Papa Julio I fijó el día 25 de diciembre como la fecha del cumpleaños de Jesús, pero también se sabe que fue un error histórico. 250 años más tarde San Agustín estableció las fiestas de ese día (Navidad: natalidad de Jesús) aprovechando que coincidían con las fiestas de invierno que los paganos recién convertidos al cristianismo (no por decisión propia) habían celebrado durante años. Los Saturnales, que era como llamaban los romanos a sus fiestas, era una celebración pagana en honor a Saturno, el dios de la agricultura, y que comenzaba en el 17 de diciembre y se extendía hasta el 23 de ese mismo mes, coincidiendo con el solsticio de invierno. El 25 de diciembre los romanos paganos celebraban el Natalis Solis Invicti asociada al nacimiento de Apolo.

Así es que, por más que nos guste la Navidad, que sí que es hermosa, la verdadera celebración, al menos la original, se refiere a una celebración en honor a dioses paganos de los que poco o nada se habla hoy en día, pero que siguen vivos entre nosotros, aunque no lo sepamos.

SAN VALENTÍN:

Asesinato de animales, agresión a mujeres y purificación de jóvenes era algo de lo mucho que se realizaba durante el festival de Lupercalia, que era la fiesta que derivó más tarde en San Valentín. En la Antigua Roma se celebraba dicho festival entre el 13 y el 15 de febrero y durante el cual se sacrificaban cabras y perros para más tarde azotar a las mujeres con el cuero de estos animales. Las fiestas eran también reconocidas por la lotería de mujeres: los hombres colocaban en un recipiente los nombres de las mujeres y cada quien sacaba uno con quien formaba pareja durante las celebraciones.

El último festival de Lupercalia se celebró a finales del siglo V, en ese entonces el cristianismo se apoderó de roma y el Papa Gelasio declaró la tradición como un ritual pagano que glorificaba el sexoy estaba lleno de sangre y sacrificio.

Los romanos, acostumbrados a la tradición de sus ancestros no estaban felices de perder el festival, pero a raíz de eso, un nuevo festival apareció y nombrado por el Papa, se convirtió en el Festín de purificación de la bendecida Virgen María, que eventualmente derivó en la festividad de San Valentín.

VELAS DE CUMPLEAÑOS:

¿A quien no le han cantado Feliz Cumpleaños y luego ha tenido que soplar las velas equivalentes a los años que cumple? Pues parece que esta costumbre ha sufrido algunos cambios desde que se tiene conciencia de su uso.

Una de las versiones más extendidas nos transporta a la Alemania del siglo XVIII. Por aquel entonces era común un festejo llamado ‘Kinderfest’: sobre el dulce del niño homenajeado se colocaban dos velas, una para representar la luz de su vida y otra que simbolizaba los años venideros.

Hay versiones más antiguas sobre este ritual.

en la Antigua Grecia se ofrecían dulces con velas sobre ellos a la diosa Artemisa. Las velas se apagaban de un soplido para que el humo transportara hasta la diosa los deseos de los hombres.

Una vez más, fiestas paganas… ya les había advertido.

PUEDE BESAR A LA NOVIA:

A que no tiene mucha gracia que alguien que no nos conoce de nada nos dé permiso para besar a nuestra novia, que, además, en ese momento ya es nuestra esposa. Pues esto se remonta, según parece a un rito pagano —otra vez con lo mismo— en la consumación pública del enlace, donde se daba permiso para besar a la novia una vez la pareja contara con los derechos del matrimonio.

Existen otras versiones que asocian la frase o acto con tradiciones de la Antigua Roma y hasta con la religión judaica.

Pero eso ya nos da igual. La próxima vez que te cases y quien sea que se crea con derecho de autorizarte a besar a tu novia te diga “Puedes besar a la novia” respóndele que ya lo sabes y ve con todo, que seguro que te lo has ganado.

Existen infinidades de otras curiosidades respecto al origen de nuestras costumbres actuales. Si conoces alguna otra o si sabes de alguna fuente que confirme o refute lo que he escrito aquí, coméntanos y así aprendemos todos.

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