TOC abc

Leo antes de salir de la cama y durante el desayuno. A media mañana, o antes, me descubro en el balcón otra vez leyendo y con tareas pendientes que he dejado a medias.  Después del almuerzo leo, a media tarde me tumbo en el sofá y leo, y mientras espero a que mi esposa tome su baño antes de ver nuestra serie favorita, yo leo. Me duermo con el Kindle hirviendo sobre la mesita de noche. Las salas de espera de cualquier lugar son para mí un salón de lectura. Mientras escribo una novela, leo fragmentos y citas de libros similares.

Cuando viajo leo: en el avión, en el tren, en el barco, en el coche (sino conduzco yo). Siempre cargo con libros digitales y regreso con varios impresos. Entro en las librerías de viejo con obsesión compulsiva, compro libros a los libreros ambulantes en las calles, visito los grandes almacenes de libros y las librerías de barrio y, me llevo los libros que encuentro en los Airbnb porque estoy convencido de que los han dejado allí para mí. Acepto todo tipo de regalos, siempre que sean libros, aunque ya los tenga, aunque estén escritos en un idioma que no domine (tengo un ejemplar de los Tres mosqueteros en francés). Mi equipaje de regreso es siempre mucho más pesado.

En casa acumulo volúmenes por todos lados, en los estantes de la biblioteca, en la cabecera de mi cama, en la mesita de noche, en el salón, en las repisas de las paredes, en la cocina, en el baño, sobre el piano, en las gavetas de los muebles del comedor… en mi Kindle, que está al reventar.

Cuando leo una buena reseña de un libro en Goodreads, quiero comprarlo, y lo hago. Compro libros viejos en subastas de Todocoleccion.net y en las ferias del libro de mi ciudad. Compro libros nuevos en Barnes & Noble y en Books and Books. Amazon me conoce mejor que mis padres. Me repito que no compraré más libros hasta que lea la montaña de pendientes que tengo en casa, pero me satisface comprobar que me traiciono a mí mismo.

A mi nieta de dos años todos le regalan juguetes, adornos y ropa, yo le regalo libros que todavía no lee.

Con mi ordenador leo entradas de blogs, ensayos y cuentos cortos en línea; leo noticias y artículos especializados en mi teléfono móvil, y novelas y relatos en el Kindle y en papel; escucho novelas históricas en audiolibro; leo historia, biografías y ficción en formato impreso.

He leído libros que no recuerdo haber leído y otros que jamás olvidaré. Escribo en mi blog y en Goodreads sobre lo que leo. Compro libros que sospecho que no leeré nunca. Tengo una lista de libros que quisiera leer, y que engorda con desmedido libertinaje.

Me angustia mi lenta lectura.

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