El coleccionista

Desde hace algún tiempo colecciono metáforas.

Cual vulgar cleptómano secuestro de los libros que leo las frases que me sacan una sonrisa, una expresión de asombro o una mueca de repugnancia. Luego las escribo en un cuaderno de bolsillo que tiene hojas amarillentas y tapas de cuero rústico, y que muestra la apariencia de un diario muy antiguo a pesar de que cualquiera podría comprar en Amazon uno igual por $15.99. Acaparo las expresiones que me parecen brillantes y que se les ocurrieron a otros escritores y no a mí, con la egoísta intención de utilizarlas en mis propios escritos algún día (era silenciosa como un perro obediente, estaba más oscuro que un contrabando de culos, prendí un cigarrillo que me supo a trapo de fontanero…)

Aun no se trata de una colección importante en términos de cantidad, pero es la mía y es, además, un depósito de recursos literarios del cual tirar cuando sea necesario.

No es que quiera copiar a alguien, por supuesto que no. Al menos no de la manera desfachatada y sin consideración conque lo hacen los farsantes. Mi entusiasmo responde a una envidia mefítica y desbocada como un ataque de asma. Es un sentimiento venenoso como los celos de un cornudo, que me ha acompañado desde hace siglos y me ha hecho querer ser escritor y hacer lo mismo que han hecho otros, siempre mejores que yo, a quienes descubro y luego admiro, idealizo, imito…

También colecciono palabras y frases a las que culpo de tener la actitud floja y sin huesos del agotamiento. No las escribo en ninguna parte, sino que las almaceno en el rincón donde dejo las cosas que no me gustan para que se cubran de polvo y de telaraña como un zapato extraviado en un lugar donde nadie quiere buscar (imperceptible, de hito en hito, ictus…)  

Las palabras son un inigualable surtidor de magia. Con ellas se crean dioses, héroes y amantes. Mediante su uso empiezan y terminan batallas, se condena y se perdona, se infringe daño y se remedian males. Yo colecciono palabras, colecciono el mayor descubrimiento que ha conseguido nuestra especie y con ello colecciono espacios, ventanas abiertas, sensaciones…

Otros coleccionan goma de mascar, etiquetas de plátano, collares de perro…

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