Lecturas de mayo

Quienes leen esta sección con regularidad habrán adivinado que lo que escribo aquí no es, ni de cerca, una reseña, una crítica o un profundo análisis literario de los volúmenes que pasan por mis manos. Es, eso sí, una opinión muy personal, enfocada mayormente en el placer que me han producido dichas lecturas, o en el desgano que han provocado, según sea el caso. El criterio de un lector, creo yo, es algo muy subjetivo que no tiene nada que ver con la buena o mala literatura, si es que tal cosa existe.

Aclarado este punto vamos a mi valoración personal de los títulos que leí durante el pasado mes.

El nombre de la rosa, de Umberto Eco.

Esta es una novela monumental, una obra colosal. La leí por primera vez hace treinta o treinta y cinco años. En aquella época y con aquella edad, me pareció de lo mejor. Luego he visto la película varias veces (muy buena también). Esta vez decidí releer la que considero la mejor novela de Eco y elegí el formato de audio libro porque me permite escuchar mientras trabajo en otras cosas.

¿Qué decir de El nombre de la rosa?: policiaco, historia, intrigas, crímenes, misterio, detectives, libros, cultura, lenguaje. La novela lo tiene todo. Algo debo aclarar, a quien no sea un asiduo lector le recomiendo otros títulos porque esta podría resultarle demasiado larga y densa si no se tiene buen hábito de lectura y cierta disciplina.

Trigo Limpio, de Juan Manuel Gil.

Decidí leer Trigo Limpio después de ver el comentario favorable que le dedicó un amigo escritor que cuenta con bastante buen criterio. Sin embargo, esta vez mi opinion no coincide con la de mi amigo.

Esta novela ganó el premio Biblioteca Breve 2021 y ha sido publicada por Planeta. Su versión audio libro fue narrada de una forma demasiado aparatosa y, tal vez, esto sumó para que me gustase menos. Las comparaciones que utiliza el autor durante casi toda la novela resultan melosas. Las voces de algunos personajes son poco creíbles, a pesar del intento por justificarlo al final. Algunos diálogos suenan demasiado artificiales. En cuanto a la historia, creo que carece de sentido, de norte. Es un argumento difuso, según lo veo yo. Tiene cosas que rescatar, por supuesto. El estilo no está mal y la idea de entretejer la historia con una especie de guía de escritura de una novela es plausible. Aunque esto puede ser tanto favorable como no porque con este recurso el autor le da al lector las herramientas para encontrar los fallos de su propia novela.

En general me pareció una obra pretenciosa, pero lo más seguro es que esté equivocado. Lo mejor sería que tú, que lees esto, buscaras el libro y sacaras tus propias conclusiones.

Nada, de Carmen Laforet.

El prólogo de Vargas Llosa, en la edición que poseo, publicada por Modern Libary Classic, sin lugar a dudas es muy esclarecedor. Lo leí al finalizar el libro y no antes, como se debería hacer. Es cierto que Nada tiene un gran mensaje, más presente en lo que no se dice que en lo que sí. Es cierto que el estilo es de lo mejor que uno encuentra. Es cierto que, habiendo sido escrita cuando lo fue, la novela pudo ser una de las mejores del momento. Pero decir, hoy, Nada no me dijo nada, o casi nada, que no es lo mismo, pero es igual.

A ver, intentemos aclarar las cosas: la novela es impecable en todos los sentidos técnicos y estructurales (no voy a detenerme en eso). Lo que me queda incómodo es la historia (vuelvo yo con lo de la historia). Son muchísimas páginas opresoras, angustiantes, locas, miserables, hambrientas, sucias, desquiciadas, reprimidas, abusadas y abusadoras para que al final no pase nada.

El título no podría ser mejor.

La paciente silenciosa, de Alex Michaelides.

Esta es una novela típica del genero thriller o suspense. Es una historia bien contada que en todo momento atrapa la curiosidad del lector y lo mantiene alerta (al menos a mí me sucedió así). Las historias paralelas que en un momento dado coinciden es siempre un recurso efectivo. En su novela el autor britano-chipriota consigue muy bien dicha efectividad. El final sorprende, aunque he de advertir que se “descubre” muchas páginas antes de la última. Quizás ese sea uno de los puntos en contra de la novela que, por tratarse de un suspense debería haber sido más difícil descubrir el fondo de la historia criminal. Pero en general vale la pena leerla, según creo.

Un dato curioso es que Alex Michaelides pasó veinte años llamando a las puertas de productoras de cine y tv para ofrecerle los guiones que escribía sin que la mayoría o ninguna le hiciese caso. Sin embargo, con La paciente silenciosa (The silent patient) las productoras se pelean los derechos audiovisuales. El escritor terminó eligiendo a la productora de Brad Pitt, y la novela, según he leído, muy pronto será llevada al cine. ¡Muy bien por él!

El libro del día del juicio final, de Connie Willis.

He dejado este título para el final por ser el que más he disfrutado.

En la portada de la edición que yo leí aparece una cita del diario El País: “Nadie, salvo Katherine Neville, ha dominado como Connie Willis el thriller histórico”. Y en la contraportada aparece la siguiente nota de Miguel Barceló: “Una de las mejores y más inteligentes voces de la literatura especulativa moderna”

Lo cierto es que la novela me ha atrapado de principio a fin, a pesar de su gran extensión. Es, como muy bien señala el diario español, un thriller histórico con una historia magnifica. Bueno, lo de magnifico se lo he puesto yo porque me gustan las novelas históricas y los thrillers. Por si fuese poco, tengo fascinación con la Edad Media por lo que no ha de extrañar que me deje seducir por una novela como esta. Más allá de mi predisposición a aceptar el libro de Willis, la historia es muy buena. Por ser tan extensa, creo yo, en algunos momentos peca de redundante. Como si se estancara la historia y no pasara nada. Ya está, lo dije, que tampoco se trata de no verle los defectos a los libros que nos gustan.

En general es una buena novela, según mis estándares y mis gustos medio raros. Las descripciones no podrían haberse escrito mejor. Uno cree que “camina” junto al personaje por la Inglaterra medieval. La trama mantiene en todo momento el suspenso en un pico alto.

Es muy interesante el hecho de que esta novela, habiéndose publicado por primera vez en 1992, recree en la época actual (2054 dentro de la historia) una cuarentena a causa de un virus y haga mención a una pandemia que azotó al mundo algunos años antes, con detalles tan claros que tal parece que habla de la crisis por el Covid19. Imagino que se trate de una de las premoniciones que en raras ocasiones tenemos los escritores.

Hay algunos libros que uno cierra sabiendo que al día siguiente no recordará nada de cuanto leyó. Libros con historias insulsas y personajes blandos que pasan de largo sin dejar ninguna marca en nuestra memoria de lector. Otros, en cambio, nos provocan una sensación de añoranza apenas leemos la palabra FIN. Esos son los libros con historias capaces de convertirnos en cómplices y con personajes que extrañaremos durante algún tiempo y recordaremos durante un periodo mucho más largo.

Según mis estándares como escritor, pero sobretodo como lector, esos últimos son los buenos. El libro del día del juicio final, de Connie Willis. Es uno de ellos.

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