Terminé el mes de enero con cuatro libros en el repertorio de las lecturas finalizadas, y marcando un ritmo interesante para el 2021…
Arranqué las lecturas del nuevo año el día cuatro o cinco, no lo recuerdo bien. El primero fue Pájaros en un cielo de estaño, (Versátil), la novela más reciente del escritor español Antonio Tocornal. Una historia deliciosa, con un estupendo surrealismo mágico, que despierta las más entrañables sensaciones y despide al lector con una sonrisa. Hasta el momento, esa novela es lo que más he disfrutado de este autor, de quien ya he leido varias cosas.
Luego le tocó el turno a La rata en llamas, de George V. Higgins. Una edición de Libros de asteroides, con la traducción a cargo de Magdalena Palmer. Sin lugar a dudas, Higgins fue un maestro del diálogo escrito. En esta novela negra hace alarde de ello. Muy buena.
Durante los días en que leía La rata en llamas, escuchaba un audio libro que narraba una novela de Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento. Hace algún tiempo alguien me había recomendado leer a Zafón, yo no lo conocía. No siempre sigo recomendaciones para elegir mis lecturas. Prefiero dejar que actué mi instinto. Me arriesgué esta vez y perdí. Fue una decepción.
La última selección del mes le correspondió a La forastera (Anagrama), de la escritora española Olga Merino. Otra novela muy buena, con una prosa donde no sobra ni falta una sola coma. Al leerla se tiene la sensación de que la escritora debió de gastar horas enteras buscando la palabra exacta para transmitir una idea. No solo la frase, sino la palabra exacta. Hay un impresionante acopio de adornos innecesarios en la narrativa de Merino. Tal parece que es la otra cara de la moneda donde se encuentra Zafón, en quien el derroche de florituras roza con lo repugnante.
En fin, que, en un mismo mes, pegarle a tres de cuatro, no está nada mal. Si no es un record, debe ser un buen average.

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