LA IDEA

Hacía tiempo que me rondaba la idea de crear un blog. De las posibles razones que me impulsaban a hacerlo, la necesidad de contar era la que llevava el peso mayor. A cualquiera con tal inquietud podría aconsejársele que escribiese un libro, un relato o un cuento. Yo ya lo he hecho. Soy escritor. Pero sucede que un blog es otra cosa. Este canal para “contar” tiene doble vía y eso lo hace diferente. No mejor o peor que otros métodos de comunicación, sino, diferente.

Una vez que tomé la decisión de crear uno de estos espacios de “cooperación y participación escrita” (ya he dicho que mi blog tendrá doble vía, o sea, yo escribiré artículos y quienes los lean y lo deseen, también podrán escribir); me correspondía entonces elegir el título del blog y más que todo, el tema.

En ese punto había llegado a lo más difícil. En principio yo no quería crear un espacio para hablar de un único tópico porque con ello podría excluir a posibles lectores y/o subscriptores. Tampoco quería que mi blog fuese una revista o un diario noticioso donde se escribiese sobre temas tan diversos como la guerra en el medio oriente o el último concierto de la estrella de rock del momento. Yo quería crear un espacio de diálogo escrito donde cupiesen diversos tópicos que pudiesen agruparse en una misma temática. La cosa se me complicaba un poco. Ni yo mismo sabía qué quería.

Reflexionando recordé que algunos entendidos de la literatura sostienen que los escritores solo debemos escribir sobre lo que conocemos. Yo no comparto esa hipótesis (por suerte no soy el único). Por ejemplo, no imagino que Julio Verne supiese algo sobre viajes al espacio cuando escribió De la Tierra a la Luna en 1865, 104 años antes de que el hombre pisara la superficie de nuestro satélite natural. Tampoco creo que Bram Stoker conociese a algún vampiro en 1897, cuando creó Drácula, su novela gótica de horror. Los ejemplos son muchos y no perderemos el tiempo enumerándolos, creo que la idea ha quedado clara. Sin embargo, en contraste con mi manera de pensar a la hora de escribir literatura y, para propósitos de funcionalidad en mi blog, tomé la decisión de que escribiría solo de aquello que conozco.

Pues ahora ya había elevado la vara: necesitaba crear un espacio donde escribir sobre tópicos diversos, que pudiesen agruparse bajo un mismo tema y que, además, fuese algo de lo que yo supiese o conociese (o sea que no podía dar mucha rienda suelta a la imaginación).

Cierto día, mientras me duchaba, la idea me llegó como por arte de magia (la magia no debe estar presente en mi blog, recordemos lo de escribir de lo que sé). Se me ocurrió que la mejor manera que tendría para cumplir con las pautas que me había autoimpuesto era escribir sobre los temas de interés para alguien después de los 50 años. ¡Eureka!, ya estaba.

He cumplido 51 años. Soy padre, esposo, hijo y estoy a punto de ser abuelo. Soy escritor, viajero, cinéfilo, amante de la música y el vino. Me gusta descubrir comidas exóticas que más tarde intento elaborar en mi cocina. Monto motocicleta, aprendo a tocar guitarra y hago ejercicios físicos (de vez en cuando). He estudiado varias carreras universitarias, tengo mala ortografía, tomo talleres de escritura creativa y sigo a varios booktubers. Soy un lector lento, aunque tenaz. Me gustan las series históricas que pone Netflix. No entiendo nada, o casi nada de artes plásticas, aunque siempre que puedo visito museos, a veces he comprado algo de arte y escribí una novela (CODICIA) donde un cuadro es el eje central de toda la trama. En fin, tenía tela por donde cortar. ¿Qué podría haber mejor que eso para mi loca idea de blog?

El título llegó por añadidura. Podría decir que cayó por su propio peso. Media rueda es una frase popular entre los de mi país al referirnos a los cincuenta años.

Pues ya está:

“MEDIA RUEDA, un blog para compartir la vida según la vemos después de los cincuenta”

Así es que, como ya habrán adivinado, en esta aventura hablaremos de cocina, de viajes, de arte, música, cine y literatura. Descubriremos (al menos yo lo haré) qué es ser abuelo. Hablaremos de explorar, de hacer ejercicios, de pasear en moto. Hablaremos de casi todo lo que se nos ocurra, menos de política y de religión. Queda entonces abierta la invitación (no solo para los cincuentones).

Participemos de una charla amena, compartamos, aprendamos y disfrutemos de este viaje insólito sobre una media rueda.

¿Te subes?

Deja un comentario